CRÓNICA UN DÍA EN CCH
“Pasos por el CCH”
Se escuchan los claxon y afuera
sólo alumbran los semáforos y unos cuantos postes de luz.
Las luces de los carros y camiones iluminan a todos esos pares de pies cruzando la avenida, el sonido de los claxon aumenta porque están estorbando el paso.
Apenas comienza a salir el sol, y unos cuantos rayos de él, hacen visible los letreros de la esquina que se encuentran en la esquina, “Avenida Aquiles Serdán”.
Las luces de los carros y camiones iluminan a todos esos pares de pies cruzando la avenida, el sonido de los claxon aumenta porque están estorbando el paso.
Apenas comienza a salir el sol, y unos cuantos rayos de él, hacen visible los letreros de la esquina que se encuentran en la esquina, “Avenida Aquiles Serdán”.
Camiones orillados a las salientes
se detienen y se ven más pies bajar, algunos de modo rápido, esquivan a los demás
y suben y bajan la banqueta para poder encontrar un espacio libre en el cual
escabullirse y llegar a su destino, otros más toman su tiempo, no corren prisa
ni temor de llegar justo en los minutos de tolerancia porque están por hacerlo,
algunos cuantos se encuentran formados para comprar los primeros alimentos que
su estómago recibirá en el día y otros tienen un ritmo al son de la música que siempre
está en sus oídos gracias a esos aparatos de los que parecen dependientes.
Todos se dirigen al mismo lugar, a la misma puerta de barrotes amarillos con el objetivo de cruzarla y una vez dentro, desviarse cual hormigas de forma estratégica en busca de comida o en este caso, de un salón, con la esperanza de encontrar un asiento vacío y no perder más tiempo en hallar una silla desocupada en cualquier otro recinto para tomarla y dejar a un alumno rezagado por el tráfico sin butaca.
Todos se dirigen al mismo lugar, a la misma puerta de barrotes amarillos con el objetivo de cruzarla y una vez dentro, desviarse cual hormigas de forma estratégica en busca de comida o en este caso, de un salón, con la esperanza de encontrar un asiento vacío y no perder más tiempo en hallar una silla desocupada en cualquier otro recinto para tomarla y dejar a un alumno rezagado por el tráfico sin butaca.
Algunos pares más de pies cruzan apresurados los barrotes amarillos, se cierra la puerta, el sol alumbra más, son casi las siete y cuarto, comienzan las clases.
Unos salones ya están llenos de
estudiantes, unos cuantos están por llenarse, otros están llenos pero no hay profesor y
algunos grupos desafortunados están esperando fuera de su salón aun cuando haga
frío, o este lloviendo o haga calor,
esperan a que llegue la persona
encargada de abrir los salones de esa
área para poder comenzar sus clases.
Los salones en el plantel son grandes, de tabique color café claro o beige fuerte, y las sillas azules resaltan sobre las mesas grises que dividen a la clase en parejas durante dos horas.
La pared delantera y trasera siempre tienen colgado un pizarrón, puede que en ambos se pueda escribir con plumón, o puede que se necesite un gis para rallar sobre ellos, incluso hay ocasiones en donde el salón tiene de los dos tipos de pizarrones, aunque normalmente los profesores sólo ocupan uno.
Si eres afortunado, tú salón estará limpio. Numerosas veces los alumnos llegan a las aulas a primera hora de la mañana y se encuentran sucias, los responsables de intendencia no hicieron el aseo de en el recinto desde la última clase de la tarde, o desde la primera del día pasado, o probablemente desde hace dos días.
El piso está tapizado con azulejo blanco de cuadros, de tamaño mediano como el que se expone en las tiendas de decoración para interiores, nada fuera de lo común, pero hay ocasiones en que se puede ver que su color cambio a grisáceo en algunas partes gracias a que el jugo de algún estudiante, la fruta de alguna alumna o el café de un profesor se derramó el día anterior, a esa mezcla de sustancia desconocidos que poco a poco se va esparciendo en lo que llegan los alumnos del turno que continua, debemos agregarle los montones de envolturas de frituras, galletas o dulces que se encuentran por todos lados menos en el bote de basura, ya que a éste no le cabe ni siquiera una envoltura de algún caramelo de 50 centavos por algún hueco que pueda tener entre tanos papeles, cáscaras y desperdicios que de igual manera que el salón, no fueron limpiados.
Conforme los alumnos comienzas a
entrar y tomar sus lugares puedes
apreciar perfectamente cómo estuvo su noche o su mañana.
Nunca falta algún estudiante con trabajos pendientes que se encuentra atareado y presionado para terminar la tarea de la siguiente clase, alguna alumna que al sentarse lo primero que saca de su mochila antes que cuadernos, lapicera o calculadora, es una pequeña bolsita con sus cosméticos para comenzarle a dar color a su mirada, o algunos otros que no durmieron de maravilla y sólo anhelaban un asiento para poder cerrar los ojos un instante porque en todo el camino no encontrado un lugar disponible en el trayecto que hizo el camión hasta llegar a CCH.
Pero a pesar de las diferencias entre los compañeros se evalúa la situación del grupo en general, es fin de semestre.
La presión y los desvelos están a la orden del día, las pláticas sobre los temas de examen, los trabajos finales, los proyectos de semestre o las materias concluidas se escuchan por todo el plantel.
Nunca falta algún estudiante con trabajos pendientes que se encuentra atareado y presionado para terminar la tarea de la siguiente clase, alguna alumna que al sentarse lo primero que saca de su mochila antes que cuadernos, lapicera o calculadora, es una pequeña bolsita con sus cosméticos para comenzarle a dar color a su mirada, o algunos otros que no durmieron de maravilla y sólo anhelaban un asiento para poder cerrar los ojos un instante porque en todo el camino no encontrado un lugar disponible en el trayecto que hizo el camión hasta llegar a CCH.
Pero a pesar de las diferencias entre los compañeros se evalúa la situación del grupo en general, es fin de semestre.
La presión y los desvelos están a la orden del día, las pláticas sobre los temas de examen, los trabajos finales, los proyectos de semestre o las materias concluidas se escuchan por todo el plantel.
Sin importar el estado en la que
se encuentra el salón, la situación en la que están los alumnos, y mucho menos darle
importancia al clima, el profesor comienza su clase.
Es inevitable no poner atención
en la percha que tiene cada maestro de cada materia.
Los de ciencias políticas y sociales tienen un perfil en común aunque sea consciencia, en general son profesores considerados adultos mayores, de cabellos blancos, lentes con gran aumento y vestimenta oscura, cargan consigo siempre pocas cosas y entre esas algún libro de política.
Los de ciencias políticas y sociales tienen un perfil en común aunque sea consciencia, en general son profesores considerados adultos mayores, de cabellos blancos, lentes con gran aumento y vestimenta oscura, cargan consigo siempre pocas cosas y entre esas algún libro de política.
La mayoría del área de ciencias también visten de cierta forma parecida o traen consigo algún accesorio de la “onda hippie” que los hace reconocibles, y por otra parte, los profesores de inglés son los más jóvenes académicos que te puedes encontrar.
Probablemente los alumnos tengan un poder especial para detectar en que área enseña cada maestro o puede que en eso se fijen mientras el aburrimiento y la pereza los domina en cada clase.
Una vez que emprende la actividad, el profesor explica de acuerdo a
las técnicas que ha estado adaptando durante los años de su labor como académico.
Algunos sólo ponen a los alumnos a exponer, preparan sus diapositivas y su investigación, se les asigna una fecha para la presentación de su trabajo, les explican estrictamente que deben de ir formal, ya que así se acostumbraran poco a poco a tener la apariencia de un profesional, la cual importa demasiado para poder conseguir un buen empleo y de igual manera para la audiencia es sumamente importante que se le exponga sobre un tema con el debido respeto que se merece.
Al llegar el día, y la hora, entran al salón, conectan el equipo de cañón y computadora portátil, enfocan el lente, recurren a poner algunos libros para elevar la altura del cañón y poder enseñar las diapositivas de manera completa, vuelven a leer sus fichas de trabajo en las sólo ellos entienden sus garabatos que explican el oren de sus diapositivas, el porqué del tema, que es, a qué se debe, cómo se relaciona con la clase. Los compañeros del equipo entran poco a poco puntuales y parcen otros, la facha que tiene un cchero de forma relajada queda en el olvido al verlos vestir un saco o una camisa, o la postura de las compañeras cambia al traer unos zapatos altos.
Algunos sólo ponen a los alumnos a exponer, preparan sus diapositivas y su investigación, se les asigna una fecha para la presentación de su trabajo, les explican estrictamente que deben de ir formal, ya que así se acostumbraran poco a poco a tener la apariencia de un profesional, la cual importa demasiado para poder conseguir un buen empleo y de igual manera para la audiencia es sumamente importante que se le exponga sobre un tema con el debido respeto que se merece.
Al llegar el día, y la hora, entran al salón, conectan el equipo de cañón y computadora portátil, enfocan el lente, recurren a poner algunos libros para elevar la altura del cañón y poder enseñar las diapositivas de manera completa, vuelven a leer sus fichas de trabajo en las sólo ellos entienden sus garabatos que explican el oren de sus diapositivas, el porqué del tema, que es, a qué se debe, cómo se relaciona con la clase. Los compañeros del equipo entran poco a poco puntuales y parcen otros, la facha que tiene un cchero de forma relajada queda en el olvido al verlos vestir un saco o una camisa, o la postura de las compañeras cambia al traer unos zapatos altos.
Comienzan su presentación,
explican todo como lo comprendieron, intentan que sus compañeros entiendan el
tema, e incluso algunos aventurados del equipo crean preguntas espontáneas al
salón, para que al final de la presentación y con un alivio en el interior y un
estómago ahogado en ácido por los nervios se den cuenta de que el profesor se
durmió tres cuartos de clase, y el cuarto que estuvo despierto sólo observó cómo
conectaban todos los aparatos y la presentación del equipo.
Desconectan todo, se guarda, ponen
sus fichas entre las hojas de algún cuaderno al azar sin importar encontrarlas
de nuevo y van al escritorio por la evaluación que hizo el profesor ante su presentación sólo para encontrar en la lista del maestro
un siete sin sentido ni argumentación que está en la columna de la calificación
más importante del semestre y al mencionar cualquier reproche la manera más
burda de convencimiento sea una frase de autoritarismo malintencionado: “porque así lo digo yo” que además contiene un pleonasmo.
Los pies del equipo van a buscar sus asientos en el salón de una manera lenta y decepcionada.
Los pies del equipo van a buscar sus asientos en el salón de una manera lenta y decepcionada.
Otros por el contrario, tienen la
atención enfocada en sus alumnos y en su forma de evaluar, asumen mil y una
formas de evaluación, se basan en tareas exámenes, trabajos en clase, prácticas
de campo o de laboratorio, material didáctico, resúmenes, cuadernos, exposiciones,
obras de teatro, asistencia, faltas, sellos, trabajos extras, participaciones etc.;
en resumen, dividen su evaluación en cuantas partes pueden, y aun así hay
compañeros que reprueban ya que la libertad fue demasiado para ellos y
decidieron no entrar a ninguna clase durante el ciclo escolar.
En otra categoría se encuentra al
tipo de maestro que odian todas las alumnas, algún profesor pervertido que en
vez de calificar conocimiento, califica físico o el nivel de “amistad” que puedan llegar a
tener con él.
Después de la primera clase de
7:00am a 9:00am, con el tipo de profesor
que les haya tocado a cada grupo de alumnos, cantidades enormes de parejas de
pies salen de sus salones y sus dueños sienten la debilidad en la mente y
cuerpo al no haber consumido nada en la mañana con el fin de salir unos minutos
antes para evitar los embotellamientos
de la mañana.
Parece ser que las 9:00 am es la hora del descanso o receso que se daba en la secundaria, tienes el derecho de tomar esa hora cuando quieras como quieras y como creas conveniente.
Parece ser que las 9:00 am es la hora del descanso o receso que se daba en la secundaria, tienes el derecho de tomar esa hora cuando quieras como quieras y como creas conveniente.
Filas y filas se van creando poco
a poco en los puesto más cercanos y sobre todo baratos de comida que pueden
haber, afuera del plantel se encuentra una señora que vende tamales, de verde,
de rajas, de dulce, en torta o solo, para ir comiendo o en una bolsita.
Sus precios son accesibles y sus productos llenadores, sacian el hambre por un buen rato.
La “señora de los tamales” como todos le dicen valga la redundancia, poco a poco fue expandiendo su monopolio de comida, es la única que vende tamales y atoles en todo el plantel, paulatinamente va agregando distintos alimentos como tortas, cuernitos preparados, café, cereal con leche, con yogurt, con fruta e incluso tiene productos bajos en calorías para aquellos que de vez en cuento prefieren cuidarse un poco más.
Sus precios son accesibles y sus productos llenadores, sacian el hambre por un buen rato.
La “señora de los tamales” como todos le dicen valga la redundancia, poco a poco fue expandiendo su monopolio de comida, es la única que vende tamales y atoles en todo el plantel, paulatinamente va agregando distintos alimentos como tortas, cuernitos preparados, café, cereal con leche, con yogurt, con fruta e incluso tiene productos bajos en calorías para aquellos que de vez en cuento prefieren cuidarse un poco más.
A pesar de tener gran clientela
no es la única vendedora, el CCH cuenta con cooperativas, cafetería y puestos
al rededor del gimnasio y las canchas que se llenan de olas de adolescentes hambrientos cada que
concluye la segunda hora.
Cada clase dura dos horas lo que
parece una eternidad para los alumnos.
Cuando la barriga está llena y el
corazón contento, una vez más los pies de los alumnos buscan de forma
estratégica sus aulas y la ruta más conveniente y agradable para llegar a ella,
el camino en el que pasan por la cafetería cuando ya se encuentra vacía y sin
tanto ajetreo, la ruta en la que se cruzan con el “amor de su vida” durante unos segundos y al cual siguen sin
poder hablarle y sólo lo ven de reojo o en la que transitan por algún salón o
en la que buscan pasar por algún salón en específico en donde un buen amigo
toma clase para poder platicar con él un rato.
Comienza la segunda clase, de
9:00am a 11:00am.
El sol emite un calor soportable, los pasillos se van vaciando y los salones
comienzan a llenarse de nuevo. Ya encarrilados,
despiertos, alimentados y fuera de un estado somnoliento, cada alumno
organiza sus cosas y guarda las innecesarias para poder trabajar con las
correctas que deja afuera de su mochila.
Una vez más el profesor da la clase de acuerdo a su gusto y su métodos.
Una vez más el profesor da la clase de acuerdo a su gusto y su métodos.
Muy pocos profesores son los que
realmente aman su trabajo, la clase con ellos puede ser de cualquier forma,
pero crean un sentimiento de gusto hacia su materia aunque no sea
específicamente el fuerte de los alumnos o no esté en el área a la que se quieran
dedicar.
Una vez lleno el salón, el profesor entra, saluda, contrala a los ahora despiertos muchachos y comienza a transmitir sus conocimientos.
Habla, voz fuerte, firme, explica, da ejemplos, hace participar.
Se le nota el gusto en la mirada y el amor a su profesión en cada palabra que expresa.
Una vez lleno el salón, el profesor entra, saluda, contrala a los ahora despiertos muchachos y comienza a transmitir sus conocimientos.
Habla, voz fuerte, firme, explica, da ejemplos, hace participar.
Se le nota el gusto en la mirada y el amor a su profesión en cada palabra que expresa.
Los alumnos prestan atención a la
actitud que tiene, e incluso algunos se dejan orientar y pretenden ser como él
cuando sean mayores.
La clase se torna relajada, y
divertida, pero algunos amos de esos pies traviesos y ágiles pueden que estén
exponiendo a su profesor dormido o
evitando cualquier roce con algún profesor malintencionado en el salón de alado.
Transcurren dos horas
más, de 11:00 am a 1:00 pm.
El sol ya no conformara, ahora sólo molesta y enrojece la piel, hace sudar.
Nuevamente los pasillos se llenan de rutas imaginarias.
Los puestos que alimentaron a los muchachos están recogiendo y vendiendo la poca mercancía que les hace falta a uno que otro alumno al que su profesor lo dejo salir un poco más tarde de la clase anterior.
El bullicio ya no es tan estremecedor, ahora se escucha aliviado y agotado e incluso un poco aburrido.
Entran a la recta final del día de clases, la última hora.
Se concibe las ganas de regresar al hogar, se puede ver de nuevo el aburrimiento en la cara de los jóvenes, se escucha el silencio de la desesperación por terminar el día.
El profesor en turno puede compartir los mismos sentimientos, pero eso no le quita el deber de la enseñanza. Se escuchan los pies moverse y buscar algún entrenamiento, se oyen las plumas dibujar garabatos sin sentido en la hoja final del cuaderno, se ven lápices tomando notas importantes que el maestro explica, se escucha el auricular de algún muchacho a todo volumen y las risas de un par de amigas que sólo platican para matar el tiempo.
El sol ya no conformara, ahora sólo molesta y enrojece la piel, hace sudar.
Nuevamente los pasillos se llenan de rutas imaginarias.
Los puestos que alimentaron a los muchachos están recogiendo y vendiendo la poca mercancía que les hace falta a uno que otro alumno al que su profesor lo dejo salir un poco más tarde de la clase anterior.
El bullicio ya no es tan estremecedor, ahora se escucha aliviado y agotado e incluso un poco aburrido.
Entran a la recta final del día de clases, la última hora.
Se concibe las ganas de regresar al hogar, se puede ver de nuevo el aburrimiento en la cara de los jóvenes, se escucha el silencio de la desesperación por terminar el día.
El profesor en turno puede compartir los mismos sentimientos, pero eso no le quita el deber de la enseñanza. Se escuchan los pies moverse y buscar algún entrenamiento, se oyen las plumas dibujar garabatos sin sentido en la hoja final del cuaderno, se ven lápices tomando notas importantes que el maestro explica, se escucha el auricular de algún muchacho a todo volumen y las risas de un par de amigas que sólo platican para matar el tiempo.
El reloj marca la una de la
tarde, los alumno toman sus cosas y guardan cuadernos, lápices, botellas, estuchería
y todo lo que necesitaron en sus mochilas, se escuchan las mesas y sillas
moverse mientras todos se paran para poder salir primero del salón, el profesor
borra el pizarrón no sin antes mencionar la tarea para la siguiente clase,
algunos la anotan, otros la memorizan; los pies van saliendo del aula, los alumnos
desaparecen uno a uno tras la puerta, la basura comienza a surgir nuevamente y
el vacío en el espacio demuestra una vez más que el azulejo tomó un color grisáceo.
Los pasillos se llenan de gente,
las jardineras de grupos de amigos, la calle de camiones orillados y
automovilistas molestos por la impertinencia de los muchachos al cruzar la
calle y crear embotellamientos, la avenida de claxon ruidosos y molestos, el paradero
del “Rosario” se invade de adolescentes y los camiones poco a poco se van
embutiendo de parejas de pies de muchachos y uno que otro adulto.
Empiezan a llenarse y a esperar
el turno para salir a su destino, los jóvenes que tienen la oportunidad de ocupar
un lugar en la máxima casa de estudios están por regresar a sus hogares y
comenzar a analizar si el día que
tuvieron fue provechoso o lo desperdiciaron en confundir libertad con
libertinaje, están por pensar que deberían exigir aulas limpias y al mismo
tiempo conservarlas y mantenerlas en buen estado, de exigir una administración
prudente y capacitada de tomar conciencia, de estudiar por su cuenta, de exigir
una calidad de educación elevada o simplemente de ignorar todas las falta y
problemas de la institución a la que pertenecen para que al día siguiente no
vuelvan a entrar a clases o vuelvan a tener a ese profesor de baja calidad y
moral, de ayudarla y prepararse para salir adelante juntos, de superar al
maestro, de darse cuenta que el esfuerzo que hicieron para entrar a ese plantel
no fue en vano para toparse con estás disyuntivas.
De aprender a aprender, de aprender a hacer y aprender a ser no sólo en la escuela, sino por el resto de sus vidas.
Que esos pares de pies, lleguen cada vez más lejos.
De aprender a aprender, de aprender a hacer y aprender a ser no sólo en la escuela, sino por el resto de sus vidas.
Que esos pares de pies, lleguen cada vez más lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario